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martes, septiembre 27, 2005

Opinión Interpol en México

POR FAVOR, NO ALIMENTE AL ARTISTA
Por Anna Stephens

Medianoche del lunes 5 de septiembre de 2005. En un club del centro histórico de la ciudad de México, una veintena de personas platica a media luz. La sala improvisada por los dueños del lugar, esta cercada por mecates de color amarillo. Las personas que rodean el cerco, sacan fotos e intentan llamar la atención de tres hombres norteamericanos vestidos de negro.

Uno de ellos había llegado al Distrito Federal, después de pasar unos días de vacaciones con su novia en Puerto Vallarta. Esa noche decidió pasarla en uno de los rincones de la sala tomando cerveza. A pesar de que sabíamos que vivió durante algún tiempo en nuestro país, varios de los que charlamos con él, lo hicimos en inglés. Todas sus respuestas fueron en un fluido y bien acentuado español. Aunque se mostraba amable ante las peticiones de obsequiar un poco de su polvo estelar, este hombre era de actitudes y movimientos soberbios, pausados pero seguros.

El otro norteamericano se encontraba platicando en uno de los sillones con una mujer joven. A simple vista es imposible adivinar que su modus vivendi es el de un metrosexual y que en días anteriores se había quemado la frente con una plancha para alaciado de cabello. Le molesta la impuntualidad de sus compañeros e intenta verse siempre mejor que ellos. Su condición egocéntrica le indica que él nunca debe de acercarse a nadie, sino que él debe ser el perseguido. Modestia aparte es un tipo interesante y afable.

El tercero en cuestión va de un lado a otro con su bebida en la mano. Es un hombre de pocas palabras pero que porta elegantemente un traje de confección italiana. Jamás perdería el estilo. No platica mucho y cuando lo hace, sus respuestas son cortas y determinantes. Él es el cerebro detrás del grupo y tal vez por eso no convivió tanto como sus demás colegas.

Los tres (junto con su compañero, ausente en la fiesta) habían cimbrado el suelo del World Trade Center esa misma noche y ahora se encontraban en medio de la tradicional idolatría mexicana. Ellos se comunican en el escenario a través de siluetas y sombras delineadas por un extraordinario juego de luces multicolores que acompañan a los sombríos acordes y la inquietante voz de su vocalista. Este concepto no corresponde del todo a una multitud celebrante de pasajes líricos tan abstractos como la que asistió a sus conciertos, sobretodo al WTC.

El cuarteto no comprendía la necesidad de darle cara a su música, al menos no hasta esa noche. Se rumora que Matador Records grabó el concierto del pasado jueves para el lanzamiento de un álbum o DVD en vivo. El grupo se negó a que en el escenario hubiese cámaras filmándolos, lo que refleja la trascendencia que tiene para ellos mantenerse lejos de esa imagen visual, no sólo con sus fanáticos, sino también con su disquera.

Afortunadamente nuestro país se ha convertido en parada obligatoria de muchos grupos, pero aún no estamos listos para darle el justo lugar al artista y dejar de convertirlo en ídolo. Aunque su triunfo y consagración en la historia de la música aún está pendiente, Interpol visitó México en el mejor momento de su carrera. Pero por favor, no alimente al artista.


Texto publicado en la columna de Territorio Sonoro de Ibero 90.9 FM en la edición del sábado 24 de septiembre del periódico El Universal.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

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13:20  

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